viernes, 5 de septiembre de 2008

Lo extraordinario de lo ordinario

Mi hermana la Negra sin Alma y yo tenemos una conexión que desafía las distancias y el tiempo y todos los obstáculos del mundo, manteniéndonos obstinadamente unidas y parejas en nuestros avatares existenciales.

Ahora, la Negra se ha enamorado hasta los tuétanos y está alucinando porque es correspondida felizmente y el tipo le ha propuesto que arrejunten sus vidas bajo el mismo techo. La Negris está emocionada, radiante y brinca de contento, pero está asustada porque es -qué ternuritas- su primera vez.

Y es que, claro, no es lo mismo ser novia de 7 a 12 y "hasta mañana", o de finde apasionado, que levantarte con el cabello hecho una selva cada día y un tipo mirándote conteniendo la risa desde la misma cama de que tratas de salir con dignidad (porque hay un tipo mirándote divertido). Da miedo, no digan que no.

Una puede organizar una cena esmerándose en la cocina para sorprender y seducir al galán, y regar por la casa un bosquecillo de velas aromáticas pa´ dar ambiente. Se puede peinar y maquillar y vestirse como señorita. Hasta correr a esa lencería tan cara y gastarse medio sueldo en un conjunto elegantísimo que nos haga sentir una femme fatale y abrocharlo todo en su sitio, para luego quitárselo ante él como una profesional aunque tenga que haber ensayado ante el espejo veinte veces. Una es capaz de eso y de más, no nos reten.

Pero, ¿qué pasa cuando el galán está ahí, todos los días, instalado?. Ta´ cabrón que le montemos el chou de las velas y a no ser que ganemos un pastón, el repertorio lencero no tardará en repetirse.

En la vida cotidiana hay que hacer compra, pagar facturas, limpiar la casa y un montón de cosas que, en principio, distan mucho de ser románticas y glamourosas. Cuando comenzamos una convivencia, una suele creer que todos los días habrá flores frescas sobre la cama y sonarán violines a nuestro paso. Y todo estará límpio como por arte de magia y la nevera llena de delicatesen, porque como estamos enamorados... no?... Pos no, oiga. Mucho me temo que no.

Cuando se es novia a tiempo parcial, o amante, o lo que sea que no implique una convivencia, se tiende a magnificar el momento que se pasa con el amado y a preparar escenarios y actividades especiales, mágicas y estimulantes que son precisamente mágicas porque son circunscritas a un tiempo limitado, restringido. No se va a poner una a limpiar el baño con el short viejo cuando recibe a su amorcito, no?.

Pero cuando se convive, en algún momento hay que limpiar el baño y ponerse el short viejo. Y el otro nos va a ver. No hagamos dramas, coño, que tampoco es para tanto.

Conocí a una tipa que, tras casarse, se levantaba una hora antes que su contrario para alicatarse hasta el techo y que este no la viera nunca sin arreglar. Qué estrés, por dios. Anda y que le den. Ni que el otro estuviera siempre vestido como un dandy mostrando su mejor perfil y con el humor que más nos conviene en ese momento.

Lo que pasa es que a mujeres como la Negra y como yo, ciertamente acostumbradas a relaciones con un nivel de intensidad grado 8 sobre 10, capaces de cruzarnos el mundo por echarnos a la cara a un cabrón para que nos diga que ya no nos quiere, siendo amantes de tipos con esposas que te quieren borrar del mapa con reguero de sangre incluído, novios inmaduros, psicópatas, perrodelhortelano, freakies, artistas y demás buenos-pa´-nada, nos asusta enfrentarnos a la normalidad.

Podemos soportar situaciones que a otros les podrían los pelos de punta y nosotras tan panchas. Podemos sufrir horrores por un tipo más cabrón que bonito que te jode la vida hasta los extremos y seguir ahí. Podemos entender que nos digan que no.

Pero vivir lo ordinario, que te quieran y dejarte querer sin aspavientos, sin neuras, sin sufrimientos, nos desarma. Tener que armar la de san quintín para encontrarte a escondidas con alguien, es pan comido para nosotras. Pero llegar a casa cada día y que esté con una sonrisa el mismo tipo todos los días, se nos hace lo más extraordinario del mundo. Tanto que revisamos las rejas de la casa para cerciorarnos que si sigue ahí es porque quiere, no porque no pueda huir.

Sabemos sobrevivir en lo extraordinario porque ha sido lo normal para nosotras. Pero lo ordinario, lo cotidiano, el día a día, con sus compras, su don límpio, su "ya no hay leche", su abrazo cálido al despertar, es lo verdaderamente extraordinario.

Y es, en realidad, lo que llevamos tanto tiempo buscando en lugares exóticos sin darnos cuenta que podemos tenerlo en nuestra propia casa.

Ya era hora, querida. Ahora disfrutémoslo. En la paz de saberse, al fin, normal, ordinaria. Como todas.

martes, 19 de agosto de 2008

pequeña crónica veraniega (primera parte)



Desde que el Mandarín y servidora nos hemos convertido en Pinypon, la casa que ocupamos se ha llenado de armarios; las paredes exhiben grabados, pinturas y montajes fotográficos tal que si fuera el MOMA; mis vecinos tararean canciones de Squirrell Nut Zippers y España empieza a conocernos, porque viajamos más que Willy Fogg.

Todo empezó hace dos años, cuando no pude ir a la boda de la Alacrana en México. Me había hecho un vestido super chulo para la ocasión, un cruce entre geisha a los Russ Meyer y la princesa Leia de la Guerra de las Galaxias con una tela de un diseñador finlandés la mar de pop. Y no lo pude estrenar, así que me quedé con la pena esperando el momento de lucirlo. Ahí voy yo con mi pena cargando cuando nos invitaron a una boda en Pamplona. Ahora van a saber los navarros lo que una ociosa es capaz de hacer con unos metros de tela comprados en las rebajas de una maison de luxe, me dije.

Y, ¿qué hace un hombre de bien cuando tiene una boda en Pamplona a las 12,30 un sábado?, pues, efectivamente: llevar a su contraria al Guggenheim el viernes en la tarde. La gente cree que el Guggenheim es un alarde arquitectónico. A mí me han contado de buena tinta que Gehry construyó el museo en el patio de su casa con papel albal y escayola, después lo trasladaron con helicópteros a Bilbao y lo dejaron caer, por eso muestra ese look arrugueitor tan moderno. Ahora, que bonito es un rato, que los vascos son los más molones de España en esto del diseño.

Lo malo es que al Mandarín le atacó el síndrome "quesoydebilbocoño" y no paró hasta que se hizo unos largos en las playas de Getxo a la que se ponía el sol mientras yo tiritaba de frío desde la orilla envuelta en dos toallas. Hasta que no le dije que había una amenaza de bígaros carnívoros, el tío no salió del agua.

Esther Williams y yo llegamos al hotel a eso de las dos de la mañana, así que no vimos nada de Pamplona más que el hotel.

Campanas de bodorrio de alcurnia sonaban cuando despertamos. Alicatados hasta las pestañas, fuimos a desayunar a un bar en el que servían cafés con leche tamaño barreño. Así me gusta, a lo grande, venga... y comienzan los encuentros, los saludos, mi pamela es más grande que la tuya chincha-rabiña, ¿quién tiene mi drogaína?, el Txetxu sigue en la Herrikotaberna desde anoche... en fin, lo normal en una boda en el norte, ya sabeis.

El autobús aquel parecía un muestrario de crinolinas y sedas salvajes cuando llegamos a la ermita, junto al río, con sus peregrinos del camino de Santiago japoneses y todo. Aquel conato de iglesia se llamaba Arre. Para mí que era pa´ animar a entrar a la gente. Pero ni por esas. Todo el mundo en la puerta mirando a un ertaintza de txapela blindada con cara de "susempaquetoatós" que charlaba con el cura. Todo muy sospechoso. Yo intenté subir al coro pero me dijeron que si cantaba me metían en un zulo y tenía hambre, así que desistí y esperé fuera.

Como parece que se dieron el "sí" de rigor, nos subieron de nuevo al bus y aterrizamos en una bonita, enoooooorme, elegante y finísima finca navarra, propiedad of course, de la familia. A tenor del tamaño de los abetos, esa finca viene de los tiempos de Carlos V. Para que se hagan una idea de la fiestecita, envidiosos lectores, los ex-novios hicieron entrada triunfal en la carpa bailando al ritmo de "La Casa Azul" en sustitución del relamido vals que estos delicados oídos agradecieron sobremanera.

Hicimos lo que hay que hacer en las bodas: comer y beber como si el mundo se fuera a acabar (el mandarín debió pensar que el armagedón llegaba en quince minutos porque se pimpló una botella de güisqui en un abrir y cerrar de ojos), bailar cosas extrañas que nunca reconocerías siquiera haber escuchado y "sufrir" encuentros más extraños aún -mi pasado adolescente en El Escorial empeñado en hacerse presente, glups-, en fin, lo normal, incluído el síndrome "Tony Manero" que le atacó al Mandarín sin ninguna compasión por estar aún bajo los efectos del "QuesoydeBilbocoño".

Y nadie sabe cómo pero al momento era el día siguiente e íbamos camino a Zarautz con una resaca del quince. Especialmente, el Tony Manero vasco que conducía el coche en el que estaba subida. El caso es que hay que joderse con lo fría que está el agua en el norte, ridiela. Se le quitan a una las ganas de aprender a nadar. Cuando empecé a ponerme toda azul y dura, el mandarín, que es un caballero, me cargó como si fuera un tronco a lo aizcolari y me llevó a una taberna en el puerto a ponerme tibia a pintxos. Después de treinta y dos txiquitos empecé a recuperar la memoria. El alcoholismo hay que mantenerlo o se te olvida, como el inglés.

Ale, que ya continuará en otro momento... O no...

Foto: Guggenheim, Bilbao. Autor: El Mandarín.

martes, 15 de julio de 2008

Así no se puede



Cuando el Mandarín se asoma al balcón ve el mundo así, redondito y onda puzzle.

Yo le he dicho que no tome más infusiones de esas extrañas que le vende el chino de abajo pero no me hace caso.

Y así pasa, que además de ver el mundo como raro, el domingo pasado, mientras regresábamos de una excursión campestre, le atacó una "cigala".

Una CIGALA.

Todos ustedes, tan amables, le disculparon cuando les conté que viajando a Asturias avistó un cóndor.

A ver ahora qué chingados dicen a esto.

Como no sea que de tanto té chino, en vez de CIGARRA dijera CIGALA, que todo se pega.

Ya verán como uno de estos días me dice que se ha hecho amigo de un PERCEBE, me cae.

viernes, 30 de mayo de 2008

cerrando círculos II

Quince años atrás, viajaba en su coche destino a Valencia empeñada en averiguar si mi intuición era certera. Me bastaron un par de horas para convencer a aquel tipo flaco de ojos de miel, cráneo perfecto y maneras lánguidas y elegantes para que nos acompañara al grupo de amigos entre los que yo estaba, a pasar un par de días en la playa.
Necesitaba, con la urgencia de los ventitrés años, saber si él era lo que yo había imaginado, lo que había "visto", basándome nada más en su aspecto físico y su forma de desenvolverse sobre un escenario tocando el bajo. Sin haber cruzado una palabra con él, me inventé su personalidad, su biografía, sus gustos y sus debilidades entre las que me había propuesto firmemente formar parte como fuera.
Mientras él conducía, yo, sentada a su lado, le observaba con sumo cuidado tratando de averiguarle formulando preguntas estratégicas, analizando sus elecciones musicales y toquiteando todas las piedras, maderitas, y demás objetos que acumulaba en su coche esperando, de algún modo, una decepción que me relajara la ansiedad creciente de saber que estás delante del hombre de tu vida. Pero no ocurrió tal cosa.
Al contrario. Su música era mi música. Sus gustos en arte eran mis gustos en arte. Las piedras que había elegido sobre el salpicadero hubieran sido, sin duda, las mismas que yo hubiera recogido de una playa.
Y entonces me contó que además de tocar el bajo, pintaba. Me hizo buscar un catálogo de su última exposición en el asiento de atrás. Cuando empecé a hojearlo, el estómago se me hizo chiquito, como guisante. Sus cuadros eran tan hermosos como sus ojos tristes. De una sensibilidad tal que tuve que hacer grandes esfuerzos por no llorar. Me preguntó si me gustaban con total inocencia y humildad, sin hacer ningún comentario grandilocuente y presuntuoso como suele pasar con tantos artistas y yo sólo atiné a contestar un "sí" tímido y torpe porque la voz se me ahogaba de tan emocionada como estaba.
Es él, pensé. Mi intuición es una francotiradora de primera.
Los siguientes siete años los pasé tratando de convencerlo de que yo era la mujer adecuada para él, sin mucho éxito. Todas las relaciones que mantuve en esos siete años fueron, sin excepción, puestas en cuarentena y listas para ser "eliminadas" si él daba un sólo paso hacia mí. No soy monja de clausura precisamente y no estaba dispuesta a morir de hambre por mi amor platónico pero tampoco estaba por la labor de comprometerme seriamente con alguien que en mi cabeza era un sucedáneo de lo que yo deseaba en realidad. Hasta que tuve que rendirme a la evidencia que él no iba a venir por mí...
Y efectivamente, nunca vino a mí sino que fuí yo por él, quince años después de aquel viaje a Valencia, guiada nuevamente por mi intuición y envalentonada por el alcohol en una noche que cambió mi vida -en tantos sentidos- y siempre gracias a mi suicida osadía.
Ayer, entraba en casa y saludaba a mi flaco mandarín con la felicidad que me da verlo cada día cerca de mí. Me senté en el sofá mientras le contaba mi día y él, con una sonrisa luminosa, dijo:

- Casi te sientas sobre él...

Sin comprender, volteé a mirar al sofá y ahí lo ví. Un lienzo mostrando su envés y un rótulo escrito a mano con su caligrafía equilibrada y elegante dedicándome el cuadro Es un autorretrato.
Es él, para mí.
Al fin.

lunes, 21 de abril de 2008

Dudas de las que matan

Ustedes dispensen mi dilatada ausencia de estas semanas, pero es que ando muy ocupada aplicando la lupa buscadora de fallos a mi novio y una de dos, o el invento se ha estropeado o he encontrado al "sindefectos" que todas hemos soñado como un Eldorado mítico y hasta la fecha, ninguna ha descubierto (vivo). La lupa esta, desde ya lo digo, sólo es válida para los novios o aspirantes. Cuando pasan por la vicaría, es demasiado tarde: TIENE DEFECTOS, Y UN CHINGO, INSALVABLES Y VITALICIOS. Pero yo soy una optimista y sigo soltera, por si las moscas. Igual y es que las pilas se han sulfatado, gastado o mosqueado de tanto uso que le doy a la dichosa lupa, no sé... al ratito miro.

La cosa es que tuve una pista hace unos días y les quiero compartir mi preocupación, no sea que esto vaya a más y a saber cómo acabe.

Resulta que nos fuimos a pasar un romántico fin de semana a Asturias y todo tan bonito y tanto amor allí flotando y con los Cars y todo sonando. Una chingonería. Hasta nos confundimos un poco de carretera y fuimos por una bien bonita con su firme con baches y sus constantes reducciones de velocidad al entrar en los pueblos y sus campesinos saludando o insultando, nunca se sabe en esta España nuestra, que con lo del agua, la cosa está tensa.

Bueno, pues ahí vamos, llegando al Puerto del Escudo. Puro amor y miel. Tomamos una caña? Arre pues. Y que paramos en una aldeílla bucólica en el único bar. Dos cañas. Qué ricas. Dos más... jeje, aquí las cañas son de tubo, cómo mola este pueblo.

Y continuamos camino.

Unos kilómetros más allá, la sinuosa carretera serpenteaba entre un cañón cortado a capón tal cual un filete en una falla que yo imaginaba llenita de fósiles estupendos que desescarbar. Emocionada con esa posibilidad, le compartía a mi amorcito las ganas de bajarme del coche y lanzarme a rebuscar entre las placas de piedra los trilobites y pterodáctilos que me estaban esperando desde hacía milenios. Y entonces, el mandarín, dijo:

- MIRA¡¡¡ UN CÓNDOR¡¡¡
- ¿¿¿...???
- UN CÓNDOR¡¡¡ ¿¿NO LO VES?? ¡¡ UN CÓNDOR¡¡
- ¿Un cóndor?, pregunté un poco asustada, ¿cómo un cóndor?
- SÍ, UN CÓNDOR¡¡¡ UN CÓNDOR VOLANDO¡¡¡

(Si llega a estar bailando una sardana, me infarto allí mismo).

- Pero -apunté temerosa de la respuesta- un cóndor-cóndor? un cóndor modelo "el cóndor pasa"? un cóndor tipo "Condorito"?



- Pues un cóndor de los grandes que vuelan, de esos del cóndor pasa, sí, de esos... respondió la mar de convencido.

- Ah - alcancé a decir en un hilo de voz- pues está cabrón, tú, porque el cóndor pasa PERO POR LOS ANDES... y aunque el bicho es grande, pues ni tanto como para que en un despiste termine en el Puerto del Escudo, camino de Santander...

Llegados a este punto, las posibilidades que se abrían eran estas:

1. No era un cóndor lo que mi mandarín había visto, sino cualquier otro pájaro y él se había confundido de nombre, lo cual era lo más lógico sino fuera porque yo miraba y miraba al cielo y allí no había nada, así que él estaba, sin duda, teniendo una alucinación. Vaya, GENIAL, estoy con un flipado...

2.- Dos tubos de cerveza le habían emborrachado. Vaya, GENIAL, estoy con uno que no aguanta nada...

3.- Sí era un cóndor y yo estaba en Bolivia y no camino de Asturias, como ingenuamente creía. Vaya, GENIAL, estoy con un alienígena que me abduce y me teletransporta a tomar por saco y ni me avisa para cancelar la reserva del hotel...

Así que despejada la duda de que finalmente no estábamos en Bolivia, me pasé el resto del fin de semana esperando la próxima alucinación. ¿Qué sería?, ¿Godzilla en Oviedo?, ¿un bígaro flautista?, ¿una lluvia de ensaimadas?... ah, las alucinaciones, qué mundo inabarcable....

Ya no vió ninguna cosa extraña más (o no hubo huevos para confesarlo, no sé) pero a mí me quedó la duda: ¿es este hombre defectuoso?, ¿o nos lo quedamos?. Esa es la cuestión...

martes, 26 de febrero de 2008

San Valentín: el horror te acecha, nena

Como todos ustedes saben (y muchos sufren, otros pocos disfrutan) el pasado 14 de febrero se celebró San Valentín. Hay mucho ilusionado suelto por ahí sin nadie que lo amarre a una farola y luego pasa lo que pasa. Se nos va la mano y hacemos barbaridades. A ver, almasdecántaro, que está muy bien estar enamorados, que mola hacer y recibir regalitos (sobre todo recibir), que mola menos ponerte en plan "rogelio" y hacer un alegato contra el consumismo estúpido, la trampa del romanticismo barato por imposición del calendario como excusa patética para no rascarse el bolsillo porque este tipo de actitud va en contra de la economía y luego nos regaña Rajoy por no gastar, hombre, un poco de solidaridad con el corteinglés, pobrecicos...
Bueno, como quiera cada quién, a mi me gusta celebrar todo, festivalera que es una.
Pero todo tiene un límite.
Y algunas personas lo desconocen peligrosamente.
El sábado pasado asistí a una cena-fiesta en casa de mi hermana. Mi hermana es genial, guapísima, buenísima persona y un montón de virtudes más que no pienso exhibir aquí porque justamente me faltan a mí. Pero es un poco pija. De esas que te ponen las aceitunas con pinchitos metálicos de diseño. De esas.
Así que imaginad que estar enamorado de mi hermana y empeñarte en conquistarla a base de regalitos, cuyo máximo momento de esplendor es lucido por San Valentín en forma de... ejem... en diversas formas que ahora ilustraré, pues es una apuesta suicida, se los puedo asegurar.
Así, estábamos charlando sobre los regalos de cada quién (y los no-regalos) cuando mi hermanita, envalentonada por el vinillo anunció:
- Yo ya no puedo más, de veras, ya no puedo más. Este año se ha superado a sí mismo. ¿Cómo puede pensar que le voy a hacer caso cuando me regala esto?.
.
- Arggggggghhhh... -grité yo, sin poder contenerme- ¡¡¡¿Pero eso es legal?¡¡¡.
Advierto que la foto no es del objeto aludido porque mi cámara se negó a fotografiar aquello, pero os podeis hacer una idea. El original era una suerte de joyero en cristal rojo pasión, con forma de corazón, aderezado con una cinta en encaje blanco y dorado -en serio- y rematada en la tapa con un "tocado" de plumas de pollo teñidas de colorao con un centro de diamante de plástico. Por si no era suficiente, la tapa por dentro tenía un espejo pa que te vieras la cara de "quesquesé semejante horreur". Ni el más florido verbo alcanza para describir fielmente la sensación de espeluzno que recorrió como calambre en el ala de la mesa a la que nos sometió a esa visión.
- Pues hay más, dijo mi hermana ya crecida por la acogida, a cual peor... ya vereis...
Y abrió un armario y sacó unas "cosas" que depositó sobre la mesa, esperando nuestras reacciones. Se ve que la mujer tiene mucho pudor, porque sólo sacó dos objetos, pero dijo en tono de muchomiedo que había más...
Cosas como esta...



O esta...



¿Qué?, ¿cómo se les ha quedado el cuerpo?. ¿A que les va a costar comer hoy?.
Pues imaginen verlo en directo. Inenarrable. Una cosa tremenda. Me entró una compasión enorme por mi hermana, qué paciencia, que galanura la suya de recibir año tras año esos horripicios sin un insulto ni nada, y pensar que tiene que trabajar con ese tipo cada día... yo me hubiera cambiado de empresa al primer sanvalentín, no jodan. ¿Cómo tendrá la casa el gañán?, mami, qué miedo...

Y me dí cuenta de la inmensa inmensa suerte que tengo yo, que a mí el repartidor de mandarinas, hombre cabal, me regaló un arroz abanda espectacular y un polvo de los que hacen historia de la universal.

Madre mía, de la que me he librado, señor...

jueves, 21 de febrero de 2008

Y regresé...


Pues he vuelto de mis viajes, amiguitos, y no falta ningún pedazo de mí, así que todo ha ido bien.
En el rataviaje a Córdoba nos alquilamos un coche feofeo. Era uno de esos postsoviéticos de un color para el que no existe pantone. Como cuadradote. Como feote. Era tan feo el pinche coche color sinnombre que el resto de conductores con los que compartimos carretera nos señalaban con el dedo mientras se secaban las lágrimas de la risa. Un niño hasta vomitó y todo. Juro que es cierto. Tres testigas además de mí, pueden confirmarlo. Esto nos causaba cierta desazón que tuvimos que combatir parando en los clubes de carretera (Las Palmeras, Cupido´s, El Olimpo y otros) pa darnos al alcohol quitapenas. La cosa es que cuando estábamos viajando (dentro del coche, se entiende) pues nos olvidábamos de la aberrante estética del transportador hasta que nos adelantaba un imbécil burlador y nos hacía evidente nuestra patética imagen. Ale, a parar hasta olvidar cerveza mediante. A la conductora le teníamos que vendar los ojos a la salida de los antros para no enfrentarse directamente al horror hasta estar debidamente sentada en el interior con su cinturón y todo, no sea que se le fueran a caer los pantalones.
Así que llegamos a Córdoba unas cinco horas más tarde de lo previsto. Háganse una idea de lo feo que era el cabrón del coche. Modelo ideal para borrachos, eso sí.
No puedo contar nada de lo de enmedio porque luego la policía se pone muy pesada con tanta preguntadera y yo es que no tengo tiempo. Tan sólo les diré que la población cordobesa ha variado numéricamente. Parriba o pabajo, ahí ya no entro. También creo que han suspendido el programa municipal de bicis de alquiler. Y las naranjas que tan bonitas lucen las calles no se comen, que lo sepais (yo no, cabrones, ya podía alguien haber avisado). Cuando le dijimos a aquel niño de tres años que estaba aprendiendo a montar en bici en aquella calle que desembocaba en el Guadalquivir que no frenara bajo ningún concepto, pensábamos que sabía girar, de verdad. No sigo, que me pierdo.
Eso sí, durante ese fin de semana, las provisiones de salmorejo de la ciudad desaparecieron en nuestra panza "misteriosamente". Y no hablemos de la cerveza, que regresé a Madrid con el cabello brillando como espejo mágico.
Y tres días después, regresamos a la city.
Apenas me dió tiempo a echarme una siestecita reparadora cuando ya tenía que rehacer maleta para viajar a Alicante con el repartidor de mandarinas.
Yo no sé porqué pero siempre que voy a la playa me da un rollo a lo nasionalyeografic versión infantil y me agencié un palitroque tamaño peregrina-camino-de-santiago con el que escarbé agujeros, lo metí en todos los charcos buscando formas de vida alienígenas, me llené los bolsillos de piedras, vidrios, conchitas y cochinadas que iba encontrando en la orilla y trasladé varios kilos de arena en los bajos de los vaqueros hasta el cuco apartamento que hacía de nidito de amor.
"¿Qué haces ahí agachada en el agua?" me preguntaba el repartidor de mandarinas. "Salvando de una muerte segura a las medusas", respondía yo. Cualquiera le dice que en realidad, estoy intentado que se apareen medusas de diferentes tipos y crear una super especie asesina de turistas para que me dejen sola pa siempre en aquel lugar de vacaciones. Pues no, porque el muchacho aún no me conoce bien y le gusto, no vamos a decepcionarle tan pronto. Lo del altruismo siempre ha dado buenos resultados en estos casos.
Por lo demás, mal tiempo, una cama muy grande, uyquefríoyonosalgo, ¿jugamos?, palmeras y arroz.
Y ahora soy fan de Yo La Tengo.

¿A dónde nos vamos ahora, pececillos?

jueves, 7 de febrero de 2008

Culoinquieto



En el 2007, esta que les quiere paseó sus encantos por México, Roma, Florencia, Benidorm -a tope, chavales-, Asturias y Cerdeña, lugar este último donde aprendí que no se llaman "cerdeñeros" sus gentiles habitantes. Y a mí que me parecía tan rústico...

En Cerdeña definí los términos de mi última separación a golpe de vino de la tierra y erizos de mar. Descubrí que pese a ser una isla mediterránea, no hay olas: aquello parece un lago más bien, pero sin patos. Y me puse tibia a madroños salvajes ante el asombro de los urbanitas de mis acompañantes que no habían visto ese precioso fruto en su vida. Ventajas de ser pueblerina.

Para comenzar con buen pie el 2008, mañana salgo para Córdoba a tomarme unos salmorejos con mezquita, onda "sólo chicas" con Camilo Sesto en Jesucristo Superstar de banda sonora para el camino. Flipen, amigos. Cosa tremenda, se lo digo yo.

Y el martes que entra, me largo a Alicante con el repartidor de mandarinas unos cuantos días, que estamos los dos muy pálidos y hay que reponer los cítricos perdidos en tantas noches de blanco satén.

Se admiten sugerencias y aportaciones económicas para sufragar a esta su cronista favorita.

martes, 5 de febrero de 2008

El amor es poco creativo


Siempre he dicho que no me gusta estar enamorada porque me convierto en una suerte de borreguito almidonado de azúcar, me da por engordar y no hay manera de arrejuntar dos palabras sin dejar un reguero de miel pegajoso.
Hace unos días, en una soireé de esas de mucho fumar, conocí a la elegantísima y delicada Catherine. Tuvo la gentileza de informarme de una noticia que esperaba con anhelo (mira que es triste aguardar la muerte de alguien) y manifesté mi interés en postear sobre ello. Pero no he podido. El merengue en el que me he convertido no me permite hablar de cosas "malas y feas". Pinche Marcial Marciel, ni para insultarte una miaja. Afortunadamente, Catherine ha escrito sobre ello y mucho mejor de lo que yo podría llegar a hacerlo...
La felicidad me está convirtiendo en una ameba sonriente.
Una ameba que necesita escuchar cada noche el "Boatman´s Call" de Nick Cave para dormirse en las madrugadas abrazada al buda flaco repartidor de mandarinas.
Una ameba que luce sus ojeras como si fueran bordados de azabaches bajo los ojos, toda presumida yo.
Una ameba cuya materia gris se ha vuelto rosa pastel merced a los disparos de un cupido que hace horas extra conmigo, el cabrón. Como le pille le pego un estacazo que se le van a quitar las ganas de lanzarme flechas para los restos, maldito bicho volador lobotomizante.
Quiero poder insultar agusto, como antes. Quiero poder criticar y someter al filo de mi lengua viperina a toda la conferencia episcopal, a Rajoy y a la Aguirre y a tí, por listo.
Quiero poder pensar en algo más que en corazones, pajaritos y violines, coño.
Y encima el buda flaco me dice que "esto no ha hecho más que empezar". No mames, pero ¿hay más?. Si ya tenemos suficiente, hombrededios, yo es que no puedo, no puedo con tanta miel y azúcar que esto parece pastelerías Mallorca, todo tan perfecto, todo tan a la medida, como una carta a los reyes magos cumplida al punto.
Pero lo peor de todo, lo peorcísimo, es que estoy encantada.
Definitivamente, me he vuelto una ameba.

Foto: exvoto mexicano de agradecimiento a Malverde por la buena cosecha de mariguana.

miércoles, 30 de enero de 2008

diez días


Diez días.
Repartiendo mandarinas con cuidado por toda la casa.
Curando heridas, reparando espejos, regando semillas que colocamos en el momento preciso, en el lugar exacto.
Cuadros de plastelina.
Mi memoria guardaba su olor desde hacía quince años, sin saberlo. Pero cuando me abrazó, hace diez días, regresó para instalarse en el presente como si nunca se hubiera ido.
Yo no quería, señores.
No quería, lo juro.
Pero no pude hacer nada cuando aquel hombre que parece un buda flaco de ojos de miel alargó sus manos hasta mí, envolviéndome, cubriéndome de besos y canciones.
Diez días y su cráneo, entregado como una ofrenda, para mí.
Diez días y recuerdos desescombrados que nos hacen sorprendernos del hoy.
Diez días de ir colocando piedritas de futuro envueltas de sol y providencia.
Soy obscenamente feliz.
Gracias, Pepe.
Malverde, gracias.

P.D.: Que mi cursilería os ablande el corazón, pandilla de descreídos.

miércoles, 23 de enero de 2008

El diagnóstico


- Doctor, ¿qué me ocurre?. Estoy contenta pero lloro a cada rato. Me siento triste a veces pero rompo a reir. Ya no quiero ver la tele y escucho canciones nuevas que me dan calor. Encuentro guapo a Nick Cave y no me importa que Polly Jean Harvey tenga el pelo sucio cuando cantan juntos "Henry Lee". Se dan un beso al final y es mu bonito. El domingo había tres zapatos diferentes de bebé sobre un buzón de correos y me pareció que alguien los había puesto ahí para que yo los viera. Porque sabía que me iba a gustar. Sueño con malvaviscos. Y estoy pensando en dejar de fumar y correr la maratón de Sigüenza. Estoy muy preocupada, doctor. Dígame, ¿es grave?.

- Señorita (con perdón)... usté es un caso claro de Saudade. No es grave, no se angustie. Le voy a recetar a usté que se lea de cabo a rabo La Razón y el semanario Alba durante un mes, que vea (atendiendo, eh?, no se despiste) Diario de la noche durante quince días y escuche los grandes éxitos de Antonio Flores todo lo que su organismo -que ya veo que es más bien flojo- soporte, pero no menos de 10 veces, que la veo venir. Ahora, lo de querer dejar de fumar... no sé, eso no me gusta nada... y ya no digamos de la idea de la maratón... mire, está bien, va a hacer lo siguiente...

- Dígame, soy toda oídos, haré lo que haga falta... cueste lo que cueste...

- El 31 de enero va a ir usté a un sitio lleno de humo y gente de mal vivir, poetastros, gatospardos y abrazafarolas. No, no ponga esa cara. No hay más remedio, esto hay que atajarlo de raíz o acabará usté mal. No falte a la cita, a las 21h, pregunte por Pepeltenso y se me sienta, se me alcoholiza y se me fuma un paquete enterito de trujas. Sin rechistar.

- Está bien, doctor. Haré lo que dice. ¿Cuánto le debo?.

- Dos bofetadas.

- ¿Perdón?

- Está usté mal, señorita, ya lo estoy viendo. ¿A que quiere besarme?.

- Si, apasionadamente... es usted casi tan guapo como Nick Cave.

- ¿Lo ve?, enferma de Saudade hasta los tuétanos. Abofetéeme ahora mismo, cuatro mejor que dos. Forma parte del tratamiento. Vamos, no se resista... Y en un mes, la quiero ver aquí con un nivel dos de crispación.

martes, 22 de enero de 2008

sinsentido y sensibilidad

Anoche sufrí un síndrome de Stendhal del tamaño del Duomo de Firenze. Pegada a la pantalla de mi computadora experimenté, sin esperarlo, una sobredosis de belleza y sensibilidad tal que terminé llorando cual Magdalena.

Desde que comenzó el año, estoy de un sentimental (por causas ajenas a mi voluntad, conste) que ni una buena balasera me quita lo ñoño. Vamos, que esta mañana cuando he escuchado que han agarrado al Mochomo (narco del cártel de Sinaloa) casi me echo a llorar otra vez.

Y lo más curioso es que no lloro de pena. Lloro porque estoy emocionada, lloro por los reencuentros, lloro porque me hace feliz una canción, lloro por los perdones inesperados, lloro porque un niño me sonríe, lloro porque hace un día maravilloso. Y porque me han agarrado al Mochomo.

Para mí que ha de ser la primavera, en adelanto especial.

Y como estamos así de atontados en Chez Tribeca, pues qué mejor que una hermosísima canción que recién descubrí esta mañana (conmovida que ando aún)y que se la dedico, lágrimas incluídas que sé que no le estorban, al que anoche me dejó a la deriva entre colores, luces y formas.



Así que, amables lectores, trátenme suavemente o empiecen a sacar los clínex.

miércoles, 16 de enero de 2008

Si muero lejos de tí


Si algunos toman como ejemplo a Holanda como muestra de civilidad y desarrollo social , un país en el que el consumo y venta de drogas blandas es legal, me pregunto qué dirán estos modernos sobre la siguiente noticia que mi hermana la Negra ha tenido a bien enviarme. Lean y asómbrense, primermundistas de tres al cuarto:

'Adornan' plantas de mariguana camellón principal de Culiacán

Crece la droga entre flores de ornato y pequeños arbustos en sin que
autoridades se percaten de su florecimiento

Javier Cabrera Martínez / Corresponsal
El Universal
Culiacán, Sin.
Viernes 11 de enero de 2008

14:36 Plantas de mariguana, de 60 centímetros de altura, adornan uno de los principales camellones de una de las avenidas de mayor tránsito vehicular en esta ciudad, sin que ninguna autoridad se percate de su florecimiento.

Entre flores de ornato y pequeños arbustos, plantas de la yerba,crecen en el camellón de la avenida Niños Héroes, casi esquina con la Primera Cerrada del Estado de Tabasco, en la zona residencial de las Quintas.

Como todas las mañanas, personal del área de Parques y Jardines, del ayuntamiento de Culiacán, con la pipa, número 33, placas TX 88-759, irriga las áreas verdes de este sector habitacional, sin percatarse que entre las plantas de ornato, florece la mariguana.
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Mi rancho, pandilla de envidiosas, es lo máximo.

En la foto, como se puede apreciar en todo su esplendor, un soldadito jardinero realizando labores de tala y quema, ecológica práctica esta que como bien sabe cualquier cultivador que se precie, consigue que la maría crezca más y más fuerte.

Levantando el país, coño, como debe ser.

martes, 15 de enero de 2008

Cerrando círculos


Prudencia.
Cuál prudencia. A ver, cuál. A quién chingados le importa la prudencia si uno ha de hacer lo que ha de hacer y listos. Prudencia, pa´qué, dime.
¿Pa´ quedarme callada, sentada, temiendo?.
Miedo al no. Miedo al "valiste madres". Miedo al "ya pasó tu tiempo". Miedo al "ónde cree que va usté".
Ah, no, mija. Yo no valgo pa´eso. Soy culo de mal asiento y ahí voy, a ver qué onda. Que se queden quietas las vacas, si quieren, huevonas, tol día mirando el mismo pinche cuadrito de pasto. Esta muñeca va y si se rompe pos ya me compondré. Ni modo que no. Qué miedo ni qué mis huevos.
Te vas a golpear contra un muro.
Ah, pos mira, así, a putazos, se derriban los edificios. Y se ablandan los filetes. ¿No que no?.
El miedo, a veces, evita el dolor.
El miedo, mensa, evita la vida.
No entiendes...
No, mija, eres tú la que no entiende. Tú y tus virtudes. Tú, la maestra. Tú y tus pinches libritos de escuela, tu caligrafía tan bonita y tu saco de esperanzas maniatado con decencia. Ora mírate dónde estás. Se te llevó la pelona y ni cuenta te das. Puros huesos pelados sin haber probado beso ni caricia. Sin haber temblado nunca entre unos brazos. Sin haber sabido nunca qué había bajo ese camisón que ahora se pudre ahí abajo. Ah, qué la chingada, hermana, ¿aún no te das cuenta?.
Terminarás mal y vendrás aquí a llorarme...
Pos puede ser, ¿quién sabe?. Igual y termino de cantina en cantina, ogada en alcohol y humo de cigarro corriente. Igual y me matan en una esquina en la que ni pueda sostenerme. Igual y sí. Pero lo que sí sé, pa´que hagas corajes que hoy te ví con ganas, es que cuando eso ocurra, habré vivido, hermana. Porque hoy estoy viva y mañana también y hasta pasado, cuando la pelona me lleve y hasta después de eso, estaré viva. Siempre estaré viva y haré una fiesta cada noche en este camposanto pa´que los muertos bailen y las calacas se rían de su suerte. ¿Querrás bailar entonces, hermana?.
Aquí estaré, esperándote.
Órale pues, aquí te quedas, no te me vayas a ir que yo voy a echarme unos tequilas. A tu salud.

lunes, 14 de enero de 2008

banco de datos


Hace unos días quedé con una amiga para tomar unas cañas y ponernos al día. Entre trago y trago, dimos un repaso a los acontecimientos más relevantes y claro está, a mí lo más "interesante" que me ha ocurrido en los últimos dos meses ha sido mi sonada separación de mi antiguo futuro ex-marido.

Como estamos en rebajas, se las he aplicado y ya no es ni futuro ni marido: se ha quedado en un contundente "EX" y ahí se va a quedar, en el cajón de los saldos hasta que alguna cándida lo rehabilite.

Ya saben cómo somos las mujeres cuando se trata de criticar a los hombres: puro corazón. A mi relato le siguió el suyo de su último ex y oye, ni que fueran primos. Muertas de la risa, recordando escenas cumbre, frases lapidarias y conclusiones idénticas, pasamos a relajarnos un poco del subidón con confesiones sobre amantes y flirteos varios.

Y aquí, señoras, me veo obligada a informarles de una realidad inquietante: el mundo se me está quedando pequeño. Porque ustedes entenderán, queridas, que si sólo me habló de dos amantes/aventuras/flirteos con nombres y apellidos y ambos dos han sido igualmente amantes/aventuras/flirteos míos, o aquí hay escasez de hombres o más vale que no coincida en parties con mi amiga so pena de acabar en trío para no discutir.

No me atreví a preguntarle el nombre de su actual novio porque de veras temblé ante la posibilidad de que fuera algún ex mío, y en casos como estos, la ignorancia es tu aliada más amable. Sobre todo para ella.

Así las cosas, cuando llegué a mi casa aún secándome las lágrimas de tanto reir y entre vapores alcohólicos la mar de inspiradores, se me ocurrió una idea:

Esta es una modesta (aunque seria) proposición para crear un banco de datos sobre los hombres de nuestras vidas.

Si las mujeres pudiéramos consultar un banco de datos serio, bien hecho, con informaciones contrastadas -aunque evidentemente subjetivas- sobre los ejemplares masculinos a los que queremos "acceder", nuestra vida y nuestro tiempo estarían mucho mejor aprovechados. No les parece, señoras?.

Queridas lectoras, piénsenlo bien: usted conoce a un tipo en un bar, supongamos. Le gusta. Es atractivo, agradable, educado, inteligente, tiene buena conversación, es sexy... ¿O lo parece?, ¿será que el alcohol le hace ver un espejismo?, ¿será impotente?, ¿cómo se lo monta?, ¿estará comprometido y me está mintiendo para llevarme al huerto?...

¿Qué no daría usted por despejar sus dudas con la debida anticipación al desastre -o éxito- desde la comodidad de su hogar?. Imagínese que pudiera consultar vía on-line la ficha completa de su objetivo: medidas, estado civil, filias y fobias, costumbres sexuales, virtudes y defectos y todo aquello que sus beneficiarias/víctimas quieran aportar.

Sean generosas y compartan sus conocimientos y experiencia con el resto. En su mano está el poder de llevar la felicidad al corazón de una joven ilusionada, bien para evitar que termine gastándose una fortuna en psicólogos y antidepresivos o bien para animarle a descubrir las bondades ocultas en ese tipo tan tímido... toda una labor social que desde Chez Tribeca, consideramos absolutamente necesaria en estos tiempos velocípedos.

Piénsenlo y me cuentan.

Y ustedes, caballeros, vayan preparándose.

miércoles, 9 de enero de 2008

La receta imposible


Para esta receta especial picapleitos necesitaremos los siguientes ingredientes:

- Un hombre (usted mismo, por ejemplo)con pocos escrúpulos, mucho encanto, ni pizca de respeto, buenas dosis de labia seductora, experiencia demostrada en falsear la realidad y moral subterránea.
- Una esposa a diez mil kilómetros de distancia, modelo "ojos que no ven", con tendencia a la ceguera voluntaria, bolsillo saneado y tragaderas tamaño túnel.
- Amantes varias: una joven yucateca aventurera pero demasiado lista como para querer cargar con él, una española tipo gallinácea solitaria y muy urgida que espera paciente su momento pegada al teléfono, visitas ocasionales de allende los mares y lo que le pilla de camino. Todo aderezado de mucho silencio cómplice y muchos amigos que dan cobertura.
- Una pendeja kit completo (casa propia, trabajo estable, bien enamorada y muy confiada).

Colóquese a la pendeja en una bandeja de plata bien untada de amor y cariños. Salpimente con ausencias bien administradas y presencias de perfecta convivencia. Reparta muchos besos dulces por los bordes de la bandeja. Palabras de amor en los contornos de la pendeja. Y una venda en los ojos.

Sitúe a la esposa de pié junto a la cabeza de la pendeja, haciendo sombra constante, pero sin ruido. Úntele un poco de amor a la esposa pa´que no se nos seque y pueda continuar resolviendo necesidades del hombre cuando se vayan presentando. Es opcional la colocación de los hijos como figuritas ornamentales.

Cerciórese que el unte de amor de la pendeja la mantiene bien ablandada y pida favores para comprobar la efectividad del ungüento. No sea tímido, pida y pida para conocer el límite. Pero cuídese de no excederse para no cortar la mezcla y echar a perder la receta.

Tome a la amante española gallinácea y colóquele una mordaza para que no cacareé, engrásela un poco cada cuando sea posible y escóndala del campo de visión de la pendeja tras unas cuantas mentiras y excusas.

Asímismo, concédase un tiempo de vacaciones y váyase con la yucateca a soñar con "otra bandeja es posible". Lance desde la distancia, de vez en cuando, una pelota de unte de amor a la pendeja no se nos resienta y se levante a buscarle. No olvide aliñar con palabras de amor. Termine sus vacaciones y regrese a ver cómo va cociendo la pendeja. Pínchela un poco con ausencias dilatadas para comprobar nuevamente la blandura, siga pidiendo favores de toda índole.

No pierda de vista a la gallinácea y relájese de tanta tensión con visitas y encuentros casuales.

No tenga reparo en utilizar a sus amigos para poder mantener bien engrasado todo el circo: la esposa, las amantes, la pendeja. Si tiene usted que pedir dinero, alojamiento, excusas justificatorias o ha de mentirles para que todo siga en su punto justo de cocción, hágalo sin reparos: aquí lo importante es el guiso y no lo que tengamos que hacer para conseguirlo. Sea profesional y no se detenga por sentimentalismos que le echarían a perder el suculento plato. Sus amigos están para servirle.

Atienda a todos los ingredientes a la vez con la debida diligencia. Tenga cuidado que a la pendeja se le está cayendo la venda de los ojos. Ojo con la esposa que se está cruzando el charco con los elementos decorativos a cuestas. Cuidado con la gallinácea que se pone demandante. Que se le quema la yucateca. Ay, que se nos aparecen eventuales y no tiene usted manos para todo...

Vaya por dios¡¡¡ la pendeja se sacudió el unguento de amor y besos, y encontró la verdad tras las mentiras. Se le fué con la bandeja de plata a otra parte... Si es que... se lo advertí, hombre, era una receta imposible.

Ande, corra a la casa de socorro antes de que le pille la picadora... vamos... corra¡¡¡