lunes, 19 de noviembre de 2007

Follamigos


Leyendo el blog de Chapi Escarlata, me animé a dejar un comentario en su artículo "Amigo para follar" en defensa de los follamigos. Ya sabeis, culebrillas, que a los desocupados como yo nos gusta rebatir, discutir y echarnos unas risas si se puede. Pues bien, un señor me ha contestado en ese mismo blog la mar de enfadado y me ha lanzado unas acusaciones que ojalá y fueran ciertas, porque sin duda mi vida sería mucho más electrizante que la que tengo. Le he contestado emocionada. Ay, cómo me gusta hacerme la lista y qué poquitas oportunidades tengo porque sólo me haceis caso los amiguitos.

Al tema, que me disperso. El señor faltón me acusaba de ponerle los cuernos a mi marido y además, vaticinaba su ruina debido al divorcio, el nostradamus este del todo a cien. Ya sabeis que no estoy casada aunque lo parece seriamente. El indio, mi futuro ex-marido, es pobre pero gracioso a tope así que ni un quinto le puedo sacar, y lo peor de todo (porque esto SÍ que me ha dolido): no le pongo los cuernos, joder.

Y lo he intentado, dios lo sabe, lo he intentado. Y he fracasado. Así, como suena. FRA-CA-SA-DO. Uno que si está muy cansado porque trabaja demasiado y era mucho pedirle -y que tenía una veinteañera tipo pin-up y a dónde voy yo contra "eso"-, otro que se droga demasiado y le da la vena sentimental, y así no se puede que da muchas fatigas, el otro que se ha casado y se lo han debido tragar las enaguas del vestido de novia, el de más allá, recién estrenado padrazo no tiene un minuto entre pañal y biberón... ¿sigo?... no, que tampoco es plan ir ventilando las decepciones.

El indio está convencido de lucir su tocado, y ni modo de llevarle la contraria, no atiende a razones y todo hay que decirlo, con soberana dignidad lo lleva. Aunque sea imaginaria su cornamenta. Yo no sé porqué la gente cree cosas de mí que no son, pero que creen, creen. Algunos hasta piensan que soy lista. Y hasta que valgo mucho. Para qué, ya es un misterio. Engañaítos los tengo a todos, menos al indio.

Y no, no es que quiera ponerle los cuernos, así, de forma voluntaria y consciente. No es eso, no. Tampoco lo contrario. Digamos que tan sólo es que hay una fractura entre lo que mi deseo, puntual, concreto, limitado y circunscrito al "alguien de turno" y la realidad, en la que se queda en algún punto suspendida toda esa líbido dispuesta y por diferentes razones, no se puede liberar en el "alguien de turno". No voy buscando la oportunidad, chavales, de veras. Soy demasiado perezosa para eso. Y mi estado emocional (enamorada como una perra) me impide pensar demasiado en nadie que no sea el pinche indio.

Pero las oportunidades surgen. Ahí están. A mí me están dando esquinazo de un rato a esta parte pero están. Y yo, que cuando no tenemos que enamorarnos ni decirnos palabritas de amor al oído, funciono bastante bien, me veo de repente echando de menos a mis follamigos. Qué cosas.