miércoles, 28 de abril de 2010

grandes mitos de la maternidad chapter guan: el parto


Queridos lectores (póngase tono a lo rodríguez de lafuente):

Tribeca ha mutado y ya no es una e indivisible: ahora somos una (yo, el origen) y la Lola (casi diez kilos de carne jugosa, la consecuencia garrapatil). Como me hacía ilusión compartir noches de insomnio para no aburrirme en solitario, pues también hay un padre pero de su papel hablaremos más tarde.

Puede que haya mujeres que cuando saben que están embarazadas, ven moverse una masa informe en las ecografías y sienten en su panza las patadas que te propinan desde el interior tienen claro lo que pasa. Yo no. Yo no tenía tan claro que aquello que se presumía como una niña lo era realmente, en virtud de una colección de rayas a lo Sonia Rykiel pero en blanco y negro, por más que me lo jurara el ecógrafo de turno. Que era algo y estaba vivo, estamos de acuerdo, ahora que aquello fuera un ser humano... habría que verlo. Alien me ha hecho mucho daño. Y esos patadones eran más de cabra alpina que de dulce nenita.

Por eso, el día del parto, el señor padre de la criatura (fuera lo que fuera) iba armado con una cámara de vídeo.

- Grábalo todo, eh? todito, que quiero ver qué sale de ahí dentro. Que mira lo que pasó en "La semilla del Diablo" y a ver qué hacemos luego con toda la ropa que ha hecho mi madre, decíale yo al mandarín mientras le llenaba los bolsillos de pilas.

- Deja de meterme tanta pila y agarra tu bolsa de maternidad, suspiraba él pacientemente.

- Yo creo que con un poco de paja hacemos el avío, si ya verás que la cuna la vamos a tener que dar, con un corral vamos sobraditos¡¡¡

Total que a las siete de la mañana de un día de junio y con dos balas de heno ecológico (para que no nos demande por maltrato el bicho en camino) salíamos para el hospital.

- Ponte el cinturón de seguridad...
- En dónde? en la frente a lo rambo?, pregunté yo señalando el bombo que empujaba el salpicadero...

7:30am: urgencias.

- Hola, que vengo a parir... -yo-
- Uy, qué bien, niño o niña? -celadora simpática-
- Mmm... pasapalabra... -yo-
- ¿¿¿??? - celadora simpática-
- Las hormonas, ya sabe, que la tienen fatal fatal... -mandarín en mi ayuda-
- ¿Puedo desayunar? -yo-
- Primero hay que registrarte (si no llevo armas ni drogas¡¡) y explorarte (como a una selva ignota) y luego ya veremos.. -celadora simpática-
- Eso, ya veremos (a ver si te crees que voy a parir en ayunas), murmuré yo poniendo cara de "aquemeescapo".

8:00 sala de espera de urgencias (¿se dan cuenta de la paradoja?)
- Tengo hambre -yo-
- ¿Y no tienes contracciones? -mandarín preocupado por mi salud-
- Sí, muchas, por el hambre -obviamente, yo-

9:00 sala de espera de urgencias
- ¿Y tú, guapa, porqué vienes? -señora que viene a pasar el rato-
- Nah, que me he tragado a mi vecinito el piraña sin masticar... no le pregunto a usté porque se ve a la legua, pobre...

Y así, haciendo amigos, llegó mi ginecóloga.

- Mire, le advierto que sin desayunar yo no doy a luz...
- Tú túmbate en el potro de torturas, que vamos a ver cómo está la cosa.
- ¿Lo ves? le dije al Mandarín, hasta la doctora le llama cosa... vamos devolviendo la cuna y compra un jaula...

En la exploración, desde ya lo advierto, se siente como si te abrieran las entrañas con un serrucho de los gordos y mal afilado. Duele. Mucho.

- Uhhh... estó está muy cerrado, hay muy poca dilatación.
- Eso es por el hambre, dije yo entre quejido y grito, a mí los desayunos me dilatan que da gloria, déjeme ir y verá cómo regreso...a punto de caramelo¡¡

Total que me dejaron ir, creo que por no soportarme allí dando la tabarra por todo lo que se me ponía a tiro y es que debería haber una ley que impidiera parir sin haber tomado, cuando menos, un café. Así, no, señores, así no.

- No comas tanto, me regañaba el Mandarín, una vez asentados mi bombo y yo en la cafetería del hospital.
- ¿Y si me muero en la mesa de parto?, ¿qué quieres? ¿que me pase la eternidad hambrienta?

El Mandarín suspiró y optó por dejarme por imposible: dos cafés con leche, un croissant y un sandwich mixto después, servidora se encontraba lista para parir y obré en consecuencia: rompí aguas.

- Uy, cómo se van a poner las limpiadoras...

Porque déjenme decirles que en mi inmensa ingenuidad (y que no miraba los vídeos en las clases preparto) yo creía que "las aguas" eran límpias y cristalinas: ¿no que en los vídeos del nasionalyeografic salían los fetos nadando alegremente y se les veía nítido nítido?, pues ahora sé que es puro fotochop porque aquellas aguas eran más bien lodazal.

Salimos corriendo a la sala de partos.

Continuará...