martes, 11 de septiembre de 2007

La Famiglia


Resulta, queridos pajarillos, que leyendo el interesante blog de Estrellita Mutante, descubro una entrada que me ha llenado de emoción y esperanzas. La entrada en cuestión es esta. Y vosotros direis, bueno, ¿y qué tiene de particular?, la Mafia, blablabla, es curioso, blablabla, bien escrito, pero, ¿Y qué?.

Ay, almas de cántaro... que yo, aquí la Tribe, que sí, que amo mucho México lindo y querido, que si me siento culichi, y tal, pero no puedo negar mis orígenes. Y es que por mis venas corre sangre siciliana. ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo?. Pues sí, como lo leeis. Mi bisabuela Emilia era siciliana, de Trapani. Y era de armas tomar, como os podeis imaginar. Dicen que como era señorita de bien, la enviaron a viajar por Europa, que era una buenísima costumbre de antes. Y un día, paseando en calesa toda fina ella conoció a su marido, mi bisabuelo Gregorio, que era guitarrista, impresor y juerguista a partes iguales. Un habitual del Chicote y del Pasapoga, con su capa de madrileño y su guitarra de luthier se paseaba por la noche madrileña de fiesta en fiesta, tocando.

Cuentan que una noche de jueves salió a tomarse un coctel al Chicote y terminó el sábado en el Olympia de París, dando un concierto. Doña Emilia le esperaba en la residencia familiar con la escopeta de cañones recortados bien engrasada. Y el servicio no paraba de gritar: "¡¡¡Doña Emilia, no se pierda usté, qué van a decir en el extranjero¡¡¡". La escopeta finalmente no llegó a disparar pero las vajillas volaron por el espacio aéreo y el terrestre y los tenedores de plata pugnaban por clavarse cual daga fatal. Mi bisabuelo parece que consiguió calmar a Doña Emilia, no en vano era encantador, un seductor prefesional que rendía a las vicetiples y a las marquesas con gracia y música. Y aquel episodio lo saldaron encargando vajillas nuevas pintadas a mano en China, pues ya se sabe que cuanto más grande es la bronca, más caro es el regalo.

De la familia de Doña Emilia tengo muy pocos datos, así como de ella. Unas cuantas fotos y nada más. Ella tenía un hermano escultor, parece que gozó de cierta fama en su tiempo, y así posa con su baby de artista y su gran lazo en el cuello, su bigotillo afinado en las puntas y su cabello de ondas relamidas. En casa teníamos un par de esculturas suyas colgadas en la chimenea. Y un ángel pequeño muy delicado que, según dicen, adornaba su tumba en el Cementerio de los Artistas de Roma, donde está enterrado.

Y todo esto porque he leído en el blog de Estrellita Mutante que a ella le pagaron un viaje a Sicilia una extraña fundación o algo así para que los sicilianos o sus descendientes pudieran viajar y conocer al menos una vez en su vida, la tierra sagrada de sus ancestros.

Uno de mis apellidos es Scramuzza. Vale que me pilla un poco lejos esto del linaje, pero que es, es. Y oye, si puedo sacarme un viajecito de gratis a buscar a mis primos y tíos trapanienses, pues no voy a decir que no. Y quién sabe si no encuentre allí el sentido de mi vida, que no sé dónde coño se ha metido el muy truhán.